Gijón, reconocida como la Atenas
del norte de España, es un lugar que combina la tradición con el empuje de
la modernidad y la preocupación por la cultura con la vivencia intensa del
deporte.
Todo empezó un 19 de diciembre de 1981. Durante el regreso a casa en la línea de autobús que bordeaba la costa, tras contemplar
los acantilados del Mar Cantábrico en La Providencia, saltó una chispa de luz
en las aguas la playa de San Lorenzo a la hora del atardecer .
El entusiasta ambiente futbolístico de la ciudad, que en unos meses iba a ser sede de la Copa del Mundo de Fútbol de 1982, se cruzó con un paseo por varias librerías del centro de la villa.
El entusiasta ambiente futbolístico de la ciudad, que en unos meses iba a ser sede de la Copa del Mundo de Fútbol de 1982, se cruzó con un paseo por varias librerías del centro de la villa.
En la librería de lance Vetusta,
la ojeada de una página del libro de Ricardo de la Cierva Historia del franquismo. Orígenes y configuración, que afirmaba que faltaba por hacer un estudio del fútbol español, se
complementó con la compra del volumen de El
deporte rey, del zoólogo y etólogo británico Desmond Morris, por aquel entonces novedad en
el escaparate de la Librería Cervantes.
Aquellas lecturas, el eco de un comentario de Pedro J. Ramírez relacionado con el deporte como fuerza de la vida diaria sobre informaciones más serias como la política, publicado en Diario 16 el 14 de septiembre de 1981, y el encuentro que disputaron en El Molinón el día 20 el Real Sporting y el Cádiz, con arbitraje de Emilio Guruceta, crearon la convicción necesaria.
Quedaba un largo viaje por
recorrer. Ya no existen aquellas tiendas de libros de las calles La Merced y Corrida, pero Gijón siempre ha vuelto a ser el puerto del que zarpar, el refugio para renovarse, el punto
para pensar sobre cualquier proyecto.